1 de diciembre de 2021

Mal trago

Para variar pido una pcr para asegurarme de no tener ninguna mierda rara en el cuerpo, pero el bastoncillo me hace estornudar muy fuerte y como un toro que brama me sacudo. El enfermero con gesto amable y gentil intenta separarse de mí, pero en mi estornudo el palillo se funde con mi hueso y siento cómo se me perfora la piel interior. Quebrándose el plástico tóxico contra mi hueso. Perforándome como un demonio cachondo. Mi piel interior roja y húmeda se ve herida, como una sangrante espiral... rescato un recuerdo extraño y lejano de cuándo era anciano. Un intenso electroshock anestésico que, en definitiva me llevaría a lo que sería un completo reseteo mental. La lobotomía no había cambiado nada en mí y los médicos estaban loquitos por encontrar respuestas en mi cabeza. Actitudes, comentarios, verborrea, mentiras, falsedades, ingenuos y torpes comentarios por volverse uno cada vez más humano y menos afligido por el mundo en general y la gente enferma. Porque la que estaba enferma era la gente y no yo: yo que consumía pastillas. Un discurso algo poco memorable, pero bastante divertido.


Cuándo recibí el primer electrochoque tenía 28 años, el último fue cuándo tenía 82, después de la última descarga terminé frito y el sangrado rectal que tenía era tan profundo que… en otras palabras, había cumplido mi condena y no me quedaba nada por hacer más que simplemente evaporarme y convertirme en polvo en el viento como dice esa hermosa canción que dice mil verdades...

I
Ruptura. Pero. No me asusto ni gesticulo. No me aterro ni me horrorizo. No me muevo ni me quejo. Sólo le indico al enfermero con las cejas que por favor saque esa mierda de mi cabeza. Termina su trabajo y automáticamente empiezo a sangrar por la nariz mientras el hombre me mira extrañado y un poco preocupado. Me muerdo los labios con deseo, y mientras las gotas se desparraman por mis labios las lamo y las degusto con afecto y algo de excitación. No juegues con la weed te podrá hacer enloquecer, no te hará crecer ni nada parecido… no expandirá tu mente sólo la asfixiará y terminarás en un puto psiquiátrico. No pasa nada, no voy a dar lecciones de moralidad a nadie, sólo soy yo hablándole al viento… susurrándome alguien al oído, como una tercera persona, hijodeputa, que… entre otras cosas, Molly es demasiado jodida y enamoradiza, que está rica, y es sin duda un beso peligroso. Está enamorada de mí, de quién soy, me mira a los ojos, y acaricio su cabeza, su cuello, sus orejas: sujeto su pelo y se eriza, me relamo por dentro y mientras los celadores y auxiliares caminan por el pasillo contemplan la tensión ambiental y callan porque estoy en punto ciego y nadie puede decir que me he saltado las normas. Ella está depresiva bipolar, pero yo estoy maníaco y sublime, como una luz, como una luz… entendiendo el lenguaje tergiversado de Dios. No pasa nada, no me preocupa gran cosa, pero lo cierto es que ella está enamorada de mí. Y en el pasillo acaricio su mejilla dual y ella se muerde los labios. Días después, antes de salir de allí le digo que si quiere mi número, se raya, se pone nerviosa, me mira a los ojos, baja la mirada, que lo deja en manos del destino. Le digo: okey. Me voy a otro lado, tampoco voy a estar soportando a sucias bipolares de mierda, cuándo ni siquiera me soporto bien a mí mismo. Te amo, I, pero eres una pringada. Qué te den por culo.

Luego anoto la dirección de su pueblo en la libreta y su nombre, mientras visto una chaqueta de cuero fina y ella se queda allí escuchando su reggetón. No la desprecio, en realidad estoy muy enamorado de ella, pero soy un poco psicópata y un poco maricón, o sea: suda. Que si le mola el rollo surfero, que si he calculado mal la ficha del ajedrez, que si he mostrado mis cartas demasiado pronto, pero siempre me salvará El payaso. No pasa nada, desde que mi alma sublime tocó tu piel y se enredó en tu cabello pactaste con los demonios del Ytchz. Y eso no es malo, pero es cierto que estás atada toda la puta vida a mi alma y tu voz y tus ojos Irtis me pertenecen, destrúyeme si puedes, ódiame si quieres, no me importa: yo estoy fuera y tú sigues dentro… ¿Cuándo salgas llevarás las mismas bragas sucias que ayer? ¿O tu mamá te traerá un pijama nuevo? (Me río). No pasa nada, todo está okey. No me molesta. Ya eres mía, sólo que aún no lo quieres aceptar. No te aceleres, tu alma es mía. Vas muy lento, no creo que puedas salvarte. Me das un poco de pena, pero aún así te amo. ¿Soy un caballero o una dama? Quiero verte llorar, seguro que te perdonaría la imprudencia.

Decido tomar distancia con mi madre de forma prudencial y en el mejor momento de su vida, supremo, un momento de éxito social, como una pobre perra bipolar sin diagnosticar me dice que viaje a la isla de las playas blancas a verla. Te perdiste el show mamá. Te quiero mamá. ¿Te odio mamá? No me importa lo que digas, te mantengo la mirada porque sino enloquecerías y tampoco quiero eso. Todo está okey. No voy a ponerme estúpido contigo a esta altura de la vida. Lo que tenga que pasar pasará, y lo que no: haber estudiado. Y cuándo salgo de permiso psiquiátrico le mando un mensaje de texto que dice lo siguiente:


Estoy bien. Espero que tu novio te pague las copas. Te quiero. Adiós. No me llames nunca más. Por el momento. Qué te aproveche el aroma octogenario alemán. Un besito, tschüss!


Motherfucker, ¿por qué no juegas conmigo? La noche pasada me he metido un cóctel importante de pastillas. Tranxilium, Noctamid, Sinogan, Diazepam. No he bebido nada de agua. Luego me despierto a las 7:00 y no puedo ni abrir los ojos… el efecto del relajante dura hasta las 12:00 am. Tomo notas en una libreta maldita y bendecida por Dios. ¿Cómo una luz? ¿Decís muchas mentiras? No me quejo, yo también. ¿El suicidio es el camino más difícil del ser humano o la vida es el camino más fácil para la vida? Tampoco tiene importancia. Pero el anti-psicótico que trago me hace caer en un profundo sueño de una hora y media. Algo inesperado y bastante delicado. Mi mente es fuerte, pero mi espíritu frágil: no quiero más violencia, estoy quemado de tanta violencia.
II
Me enamoro de una chica muy guapa que me lleva de la mano hasta su habitación y me acuesto con ella. Nos besamos suculentamente mientras entre sábanas encuentro un preservativo un cuchillo una soga y una carta de amor. Después abro los ojos y ella no está. ¿Por qué no está? Dudo. ¿Irtis se hartó de mí? ¿Debí no confesarle que me gustaba y que nuestros rollos iban del mismo palo de barajas? No. Debí calcular más. No me arrepiento. No tienes mi número, pero yo tengo tu mirada clavada en mis ojos, tus mejillas sonrojadas al verme, tus labios mordiéndose mientras otra bipolar nos dice: –Qué lindo eres, busco novio, estoy soltera, soy bipolar me llamo tt, ¿eres extranjero? Eres muy guapo… –Sí, es muy guapo Sergio– admites casi llorando por fuera. Y mientras me soba el hombro, el brazo, el rostro, y me folla con los ojos te miro directamente a la cara y te digo sin pudor y sin vergüenza: Mira Irtis, que te roban al novio. Luego, me carcajeo.

En tus labios secos, lamidos por el Ytchz. En tus ojos, mi mirada succionando tu alma. En tus manos mis dedos entrelazándose. Tu torpeza y tu enfermedad. Como un estigma. Tu madre muy preocupada. ¿Soy un hijo de puta o sólo me estoy divirtiendo? Luego llega una chica nueva, y delante tuyo jugamos a las cartas. La chica es más atractiva que tú. ¿Es mi último día en la tierra? Me sonrío, otro tipo se mete, coquetea también, “gracias amigo”. Me río por dentro, ¿amigo, cucaracha?; ¿respeto, cucaracha?; ¿fraternidad y buenos sentimientos, cucaracha?; ¿apetito, cucaracha?: ¿Soy un hipócrita, cucaracha? Acabas de llegar y ya estás exigiendo Respeto, Amistad, Lealtad, Crack, Buenos Sentimientos… ¿estás acojonado? Es mi sexta vez aquí dentro. Estoy hinchado por los fármacos, pero he visto al Dios Psicópata al que todo el mundo quiere ver por lo menos una vez en su vida… y tú sólo lo has rozado con uñas con drogas, mientras que yo me he psicotizado sólo para verle la mugre de la mugre de las uñas. Yo gano, y tú pierdes. Lo siento, yo no inventé el juego. Yo estoy fuera y tú estás dentro. Con esa chica hermosa, sí; pero es tu perdición. Con permiso, puedo sentarme. Los buenos modales nunca me han gustado. Sí, claro, claro; puedes sentarte, claro claro; puedes hablar con ella. Claro, claro, ¿te gusta? Claro, claro, es guapa, sí. ¿Qué chulo su séptum, no? ¿Sabías que tiene 16 años?, re-tra-sa-do. ¿Te la vas a ligar? ¿Crees en Dios? Enhorabuena, estás con el mono, atrapado en un psiquiátrico por Navidad, medio embobado por una delicia de chica, sí. Pero, ¿sabes qué? Yo estoy fuera, y ya moví ficha.

Todas las moscas locas del psiquiátrico se acercan a la miel sublime abisal deliciosa y fresca que es A. Incluido yo. Pero yo no soy una mosca, sólo soy una avispa quirúrgica. Beso su mirada, y devoro un poco de su alma también. ¿Me vais a dejar suelto?, ¿de verdad? ¿No ves que soy un monstruo? Sois unos imbéciles. Me relamo. Empiezan las cosas complicadas: hago un publicación en un diario local con la mala suerte de que lo ve alguien con poder y enloquece de odio. La voz de otra bipolar diciéndole a mi novia que deje de tocarle el rostro porque ya está hechizada. ¿¿¿DE QUÉ PUTO COÑO VAS; ANIMAL, METIÉNDOTE EN MI JODIDÍSIMA EMBRIAGANTE EFÍMERA Y FRÁGIL RELACIÓN: PUTA INFELIZ??? ¿Te crees con poder para ir cagando por allí por esa boca? ¿De verdad estás pisoteando esta flor que está naciendo? La mejor oportunidad para esa mujer es haberme conocido. Sólo yo estoy a la altura de una mente enferma. Te escupiría a la cara, pero ya estoy fuera. Un beso, por eso no tienes mi número tú tampoco, nena.

Me río un poco sólo compromiso, no me duelen las muñecas, hago 10 flexiones durante 12 días, me noto fuerte, aunque obeso. No pasa nada, ¿de qué sirve ser skinny si por dentro eres una puta mierda babosa y violadora que se folla perras infantiles? Me recorren los labios de una loli el cuello pero me mantengo firme. Joder, la publicación es demasiado escandalosa y tengo problemas judiciales. Consecuencias de la santa enfermedad. Ni me disculpo ni me dejo de disculpar. La policía me sujeta de las muñecas y me hace daño, pero no me quejo me mantengo inmóvil y desafiante. No forcejeo, no estoy loco, sólo estoy muy concentrado. Lo importante es que no me rompan la nariz, ni la boca. Los dientes son caros, la rinoplastia también. Me excita el tacto de la policía, me sale el maricón que llevo dentro, me giro desafiante. ¿Me vas a pegar con esa porra tuya, señor policía? –Silencio, basura. –¿Soy un criminal?, oh pobre de mí. Me muerdo los labios y trago saliva, adrenalina. Saco la lengua y me doy cuenta que si me excedo me darán un café y tres o siete porrazos. Así que me giro y le pongo el culo en pompa: dale duro, cabrón. Pero andar sin lengua es peligroso y para no mordérmela y perderla me trago mi lengua, y su porra también. El policía me revienta a porrazos con esas manos frías y enfermas de psicópata. No me quejo, lloro un poco porque el golpe es muy fuerte, pero yo me lo busqué, no debí vacilar tanto, no debí dejar que esa loli escalara sobre mi cuello, debí quedarme con Irtis toda la puta vida, hacerle el amor como lo hacíamos con las miradas. Qué coño acabo de hacer, joder. ¿Qué puedo hacer? Llego a la estación policial, pero sigo enamorado de mi publicación: no entiendo nada. ¿Me vas a preñar bebé?– trago saliva. Me relamo arqueo las cejas y miro con extrañeza. ¿Me vas a hacer el amor, cariño?– miro inmóvil pero respirando fuerte… ¿Vas a darme unos azotes?– Levanto la cabeza con soberbia. Rechisto con los labios. Medio niego con la cabeza. ¿Puedo comerte la boca?– me dice con una voz delicada y hormonada. Tengo los dedos fríos y la polla tiesa como una tiza, temblando por el terror que me dan sus palabras, por eso siempre he aborrecido la furia adolescente patética y precoz, ¿fumando porros para ser más guays? Se nota que sólo sois niños. Un hombre de verdad se fuma el porrito con cuidado de no volverse loco. Quiero que me folles, tengo sitio– la miro a los ojos, le guiño un ojo, arqueo las cejas, me río un poco por dentro, luego me carcajeo sin sutileza. –JÁ JÁ JÁ–. ¿Te vas a follar a un gordo con la carita bonita? –Sí… ¿Te quieres follar a un hombre de verdad? –Sí, por favor… ¿De verdad quieres saber cómo es mi polla? –Lo necesito… ¿Estás cachonda? –Mucho. No me hagas sufrir–. ¿Quieres buscarme la ruina? –Estoy enamorada de ti. –No, no lo estás. –Qué sí, chacho, que no dejo de pensar en ti. –Ya, ya; si yo también te amo, pero más vale anulares al aire que culo en cárcel, nena. –No digas eso, te prometo que no diré nada. –Ven, acércate a mí. –Sí… –Y ahora quiero que te largues de una puta vez, porque me estás dando un poquito de asco, cariño, y eso que, ojo, también te amo. –Lo siento, me voy, pero no te enfades. –Tranqui, si no me enfado, sólo que, tú tienes 17 y yo te saco 10 años mínimo. Te falta sólo un añito de estar cachonda para poder juguetear, yo estoy dispuesto a dejar que te folles todo lo que te salga del coño si me dejas en paz. ¿Te gusta Winnie the pooh? –Mucho. –Pues imagínatelo emo y transexual. Y si te lo puedes follar en tu mente, te veré dentro de un año, tienes cita con el psiquiatra este mismo día pero dentro de un año, y ahora vete anda, que no quiero seguir hablando del tema. –Perdón Sergio. ¿Cómo estás?
III
Un pobre bipolar rojo hinchado de repugnante manía sin controlar está altísimo, cree rozar a Dios con los dedos, pero sólo es un pobre maníaco bipolar, un poco tonto. Sonrío. No mereces mi tiempo. Así que: qué te jodan.
IV
Qué linda parejita, Irtis y Sergio– dice el Auxiliar. Me sonrío y asiento con la cabeza. Giro un poco la cabeza, arqueo las cejas y le digo que sí con la cabeza. Ella está enamorada, y yo estoy sobrio. Está depresiva bipolar. Y aún con la libido baja se estremece con el tacto de mis dedos. ¿Es que acaso no reconoces cuándo un Dios te toca la piel, puta bipolar? ¿No notas cómo se enciende todo tu calor interior, recuperando los recuerdos, el instinto y el deseo? –Hazme cosquillas en el cuello, por favor. –Sí, claro. –Hazme un tatuaje con el rotulador que escondes en el bosillo, por favor. –Sí, claro. –Déjame la música por favor… –Okey. –No me des tu número por favor, que sea el destino… –Qué te jodan pussy de mierda. ¿Te vas follar a la otra bipolar? ¿De verdad? ¿Escucharéis música juntas tumbadas en la cama? ¿Vas a dudar de tu identidad: otra vez? ¿Te molan los dos géneros? Ya, es divertido, a veces. ¿Qué te ocurre? ¿Por qué me miras a los ojos y no desvías la mirada? ¿Te parezco un gordito simpático? –Sólo soy un gordaco sexy vibrador de sexo anal, cariño. ¿Quieres escuchar mis intimidades? Claro, claro, te las contaré. De hecho te las contaré todas:


Jódete


La llevo del brazo, el cariño duró tres días luego las anfetaminas legales la trastocaron y la dejaron inerte. ¿Qué risa no? Ni un miserable beso pudo darme la pobre. ¿Pobrecita no? ¿Repite comida en la hora del almuerzo? Ah, que en la hora de la cena, en el desayuno, en la merienda… que es especialita, que pide mucha comida, que le gustan las manzanas, que se hace la interesante. Pues nena, vas espabilada para tener más años que yo. Sí, joder, parece un bebé por lo guapa que es. ¿Sabéis qué? Me está aburriendo un poco ya esto de Irtis. Así que, por desgracia, Irtis sale del psiquiátrico dos veces seguidas, pero vuelve a ingresar, y en un momento de sublimidad yo ingreso de nuevo y me la encuentro en la UME. Allí me vuelvo más poderoso y ambicioso y ella se come los mocos intentado ligar con señoras. ¿Soy malo? Qué va, sólo es la puta verdad.

V
Puños como cristales, espinas en la médula ósea, no me importa, no me representa. Vale, llora un poco tu violencia transfóbica, retrasado. En fin, que sólo son tonterías. La policía me lleva a las dependencias especiales para discapacitados, esquizofrénicos, psicópatas, sociópatas, retrasados y bipolares. Allí una mujer muy amable me acompaña durante todo el trámite. Me dice que me tranquilice y que respire hondo, que sólo será un trámite. Asiento con la cabeza un poco aturdido. Respiro hondo, hago caladas con mis exhalaciones. Luego me veo a mí mismo muy psicotizado recogiendo colillas del suelo para fumar. Rebuscando en la basura hambriento algo que alguien haya dejado tirado para llevarme a la boca. De mis labios caen babas verdes y una tos bronquial me traspasa el pescuezo. Tengo covid y probablemente por el asma me voy a morir. Pero lo peor de todo es que no puedo recordar nada ya que, entre otras cosas, la señorita me dice que será un trámite ligero y que la sentencia que dictará el señor juez será inapelable. Que ni Dios, ni mis Padres, ni Nadie podrá hacer nada para cambiar mi destino. Nadie.
VI
Y la sentencia es que no puedo acercarme nunca más a ninguna mujer en el mundo entero. Que mis relaciones humanas serán sólo con hombres, que tendré que joder sólo con hombres, que tendré que amar sólo a hombres, que ni siquiera podré volver a ver a mi madre ni hablar con mi hermana. Y mientras me fumo el plástico del cigarrillo, recuerdo cómo apagaba cigarrillos en la lengua, cómo Irtis y yo nos acariciábamos con los ojos, nos besábamos con la mente, cómo le hacía el amor con los dedos sin necesidad de desnudarla. A mi madre dándome el pecho, a mi hermana riéndose de mis chistes, a mi abuela preparando comida casera, a mi amiga Zarza besándome, y respiro hondo caladamente. Los besos de Zarza en mi cuello, sus ojos en los míos, sus manos en mis manos, sus mejillas entre mis manos. Su mirada inocente y perjudicada en la mía. Felicidad y monstruosidad. Te quiero, cariño. Trago saliva y mientras empiezo a llorar despidiéndome de todo lo hermoso del mundo el juez llama por teléfono y dice que ha habido un cambio de planes, que dado la gravedad del asunto sólo mi padre podrá decidir si acepto la condena o si quiero ir a juicio con Dios.

Mi padre coordinando con la secretaria, muy amable, llegan a un acuerdo para salvarme de esa infame vida carcelaria eterna y vilmente homosexual… dicta Dios a todo el mundo que si elijo la condena o si acepto la decisión de mi padre. Y temblando lleno de babas sentado en una silla de ruedas con los labios quemados, restos de comida podrida entre los dientes, con mechones de cabello, medio calvo, con la nariz rota y sin tres dientes escucho como la secretaria le explica a mi padre que la oferta es:
vivir o morir
Antes de escuchar la voz sagrada de mi padre, antes de mirar los ojos de A. de nuevo, antes de besar a mi madre en los labios, antes de abrazar a mi hermana, antes de llorar la muerte próxima de mi abuela, antes de escuchar la voz quebrada de la virgen María; y justo antes de aceptar que mi vida está completamente jodida y que un único hombre sobre la faz de la tierra tiene que elegir el destino de su hijo, antes del sí o del no: antes de ser violado por los maricones, mientras cojo una navaja para clavármela en el corazón la voz de papá queda muda y yo despierto angustiado y aterrado en una cama que huele a lejía.
Contorsionado y aturdido.
Pego un grito me retuerzo.
VII
¿Estás bien Sergio?
No.
¿Qué te ocurre?
Nada.
Dínoslo y le podremos ayudar, Sergio.
Agua.
¿Has tenido una pesadilla?
No.
¿Entonces por qué gritabas?
Me he asustado al verme atado.
Eso es normal, Sergio, no estás en tu casa.
¿Dónde está Antonia?
¿Quién es Antonia Sergio?
Nadie.
¿Por qué gritabas Sergio, qué soñaste?
¿Cómo te llamas?
Mi nombre es Iris, y soy tu enfermera, Sergio.
¿Quién es la psiquiatra?
Una mujer de pelo negro, se llama Adriana. ¿La recuerdas Sergio?
Sí. ¿Es tu amiga?
No, Sergio. Es mi compañera de trabajo.
¿Por qué gritabas?
¿Dónde está El Ruso?
No está, Sergio.
¿Por qué?
Simplemente no está.
¿Recuerdas dónde estás Sergio?
Sí.
¿Dónde estás?
En una cama.
¿Qué has soñado Sergio?
¡Dónde coño está Reina!
El Doctor Reina está de vacaciones, Sergio.
Por favor, suéltame, no me agobio ni nada,
pero necesito meterme el puño en la boca.
Dame un segundo Sergio, ahora viene el Psiquiatra.
¡Nadia, Nadia, Nadia!
Hola Sergio, soy la Doctora Nerea, la psiquiatra de guardia,
querías hablar conmigo, ¿qué querías decirme? ¿Me recuerdas?
Sí. Tengo una pregunta, por favor.
Dime.
¿Crees que Dios me perdonará?
¿A qué te refieres, Sergio?
¿Por qué me odia tanto?
¿Quién, Sergio?
Dios.
¿Hablas con Dios, Sergio?
Sí.
¿Y qué te dice?
Me dice que tu pelo es negro y hermoso, que tus gafas te protegen los ojos, que tus labios están vírgenes, que tus uñas son preciosas, que lamería las heridas de tus dedos, que quiero chuparte el coño, Nerea, que estoy tieso, que estoy hambriento de ti, que eres sublime; que te haga el amor, que te estoy follando con los ojos. Qué te amo, que siempre pensé en ti, que te echo de menos, que eres lo mejor del mundo, que no me creo que tenga la suerte de haberte conocido, que podrías curarme, que vamos a enamorarnos, que soy parte de ti, que nunca me olvidarás, que no soy el elegido, que me detesta...
Pero, Sergio, eso parece más propio del Demonio, ¿no?
¿Y te habla Dios y el Demonio a la vez?
No. Eso es absurdo.
¿Hablas con el Demonio o con Dios, Sergio?
¿Sabes el nombre de Dios?
No, Sergio, ¿cuál es?
Ytchz
VIII
¿Y qué significa eso?
Nada en especial, es su nombre ancestral.
¿Escuchas voces?
No.
¿De qué te ríes?
Es que no podéis entrar en mi cabeza.
¿Hay algo que no quieres que veamos de tu cabeza?
Sí.
¿Qué cosa?
Todo.
¿Qué es “todo”?
Una máxima.
¿Recuerdas por qué estás ingresado, Sergio?
Sí.
¿Qué te ocurrió?
Un viraje.
¿Qué significa eso?
Sublimidad, Delicia; ergo, cambio de Perspectivas, Karol G, falsedades...
¿A qué te refieres?
¿Por qué no está Irtis en la otra cama?
¿Quién es Irtis, Sergio?
El amor de mi vida.
Háblame de ella, si quieres.
No.
XIX
En la camilla siento una extraña mano jugueteando con mi rabo. Me despierta de imprevisto todo ese asunto. No le presto más importancia, pero me perturba. Trago saliva y noto una erección en mis pijamas. Luego la certeza de estar siendo visitado por última vez por algo extraño. No le presto más importancia, no obstante sigo sintiendo un bulto acercándose hacia mi abdomen bajo. Como una lengua, como una serpiente delirante que repta hacia mi estómago y se enreda en mis pezones. Vuelvo a tragar saliva. No quiero creérmelo, pero es cierto que todo tiene un precio: hablando en código, psicotizándose uno a sí mismo, lentamente, porro a porro. ¿Que si consumes tóxicos te jodes? Es cierto. Y suavemente la boca de ese reptil llega a mi cuello y como un puño humano entra en mi boca y me tira de la comisura de la boca, como si intentara hacerme sacar la calavera del cuerpo. Suavemente me sujeta del cuello y me baja los pantalones y vuelvo a tragar saliva mientras el Ytchz va jugueteando conmigo. A su merced me acerco al abismo de mi propia existencia: un momento de intimidad. Separa mis muslos y con su dedo baboso y húmedo pornográfico empieza a juguetear con mi agujero. Me muerdo los labios como una veinteañera cachonda. Suspiro hondo, y con su mano siniestra va estrangulándome hasta que la intensidad escala, y él dentro de mí como un garfio de carne humana, como un anillo de mercurio, como una babosa… el olor de las heces me hace despertar y me veo completamente jodido y aturdido, con cierta sonrisita pícara y tonta por haber sido víctima de un abuso. Mientras las babas caen de mi boca estiro la mano hacia el interruptor y llamo a una enfermera. Ella acude a mí después de unos minutos. Y en su mirada sólo veo horror, en la vía de mi brazo hay un rasguño, la aguja de plástico está clavada en mi esfinter, y estoy drenando sangre y heces líquidas. Tengo la barba canosa y los ojos distanciados, soy un puto enfermo mental, un viejo, un anciano canoso y arrugado. Si tan sólo ellos pudieran entender el placer que he sentido, la gloria de haber sido bendecido por esa presencia. Trago saliva, empiezo a gemir alabanzas sin importancia alguna para la gente, pero que son un sólido aviso de felicidad. Llaman a dos-tres celadores y mientras me muerdo los labios noto el sabor de la sangre, en mi recuerdo una mirada, en mis ojos una mirada, en mis labios una mirada, en mis encías vacías una mirada: balbuceo… ¿No queda nadie a mi lado?


No hay comentarios: