10 de diciembre de 2021

Muñeca Roja

Con los ojos hinchados en lágrimas nombrando a Dios entre los labios, después de haber sido violada por varios hombres, aún con el semen caliente de varios enfermos entre sus pliegues traga saliva y camina directa hacia su casa. Se suena los mocos perturbada, con el rostro rojo y acojonada. Distorsionando la realidad, cayendo en picado en una terrible agonía mental decide vengarse de los cuatro jinetes del canibalismo. Jura venganza contra esos cuatro abusadores, no sabe sus nombres, ni tampoco dónde viven, no sabe nada de ellos lo único que tiene claro es que ha sido forzada en una casa okupa, al lado de un antiguo Criadero Criollo de la Ciudad. Está confundida y perdida, pero aunque duda y está gorda por los anticonceptivos que toma, asustada piensa en hacerse un test de embarazo, pero termina descartando la idea porque, si algo nace de ella sería por puro capricho de Dios. La niña de piel oscura y ojos grandes como dos boliches de crack para millonarios… va a casa, no dice nada. Su madre no le pregunta nada y después se da una ducha a consciencia. Sabe que no puede ir a la policía porque los perturbados esos son de cuchillo fácil, tiene muchísimo miedo. Entre dudas decide quitarse la vida. Prepara las pastillas de su madre y se las sabe comidas, pero antes de tragar piensa: ¿de verdad van a ganar esos hijos de puta? Una voz en su interior, casi como la de un ente extraño le susurra algo, una cuestión extraña: mátate. Pica las pastillas y las guarda en un chivato. Luego se perfuma y sale a la calle de nuevo. Va a ver a sus amigos. No les cuenta nada, decide olvidar el asunto, es fuerte, pero ha sido afrentada por unos sucios miserables. Y mientras está sentada en las bancas de piedra pesada de la ciudad ve a uno de esos innombrables pasar. Se queda con sus ojos, con su mirada, con sus gestos, con su forma de caminar. El hijo de puta se sonríe y la saluda muy resuelto. Y ella con una sonrisa sórdida en la boca devuelve el saludo con la cabeza. El puto cabrón la llama con el dedo y ella, alejándose de sus amigos adolescentes, se acerca a él. El mierda seca de piel caca saca un porro. Y ella se relame al verlo. Luego le dice que si se lo pasó bien la otra noche. Ella recuerda los maltratos y la excitación horrible presuntuosa y cachonda que sintió y asiente con la cabeza. El gilipollas le invita a su casa okupa de nuevo, le dice que mañana tiene mercadillo pero que pueden pasar un rato agradable a solas. Ella le dice que sí con la mirada y el cuarentón se la lleva lentamente hacia el picadero. Una vez allí, ella se desviste y recuerda detalles del momento de la violación. Respira hondo y se abre el culo con las manos para que el tipo entre en ella. Mientras es penetrada rápidamente empieza a memorizar los rincones del lugar, descubre que allí duermen los cuatro o más personas. Que son gente indeseable, algo pobre, algo adinerados que quieren vivir la vida de buena forma, con buena autoestima, pero sin valores. Entre embestidas le dice que espere un poco, saca la polla de su culo y se aproxima a su bolso. Coge la bolsita con la droga. Le dice que si quiere un poco y el mamón estúpido le dice que muchas gracias en un idioma extraño. Ella sonríe y le pica una ralla. El pedazo de mierda esnifa y muere. Luego sentada en el colchón sucio mira el cadáver de un hombre. Luego va a los bolsillos de éste y empieza a cantar:

Muchas gracias, señor

Qué alegría tan linda…

Hermosa navaja llevas

El cuchillo de los dioses

La cuchara del crack

Es usted todo un hombre

muerto, sí

pero un hombre de verdad


Los tres violadores que siguen sueltos están muy preocupados por si la han cagado la noche anterior. Ella sospecha que la han grabado, pero sobre eso no puede hacer nada… no se resigna, pero si se cabrea. Pero lo deja pasar, cada mosca cae por su propio aleteo. Y cada acto Dios lo castiga... Ella se viste con la ropa del señor y respira hondo. Mira con extrañeza esa polla medio negra medio extranjera. Luego con mucho tacto y delicadeza corta el pliegue interior del glande y se lleva la droga a la boca la hace un escupitajo y la sopla dentro de la polla hasta que esta cambia de color. Escupe todo el veneno hasta que su boca queda limpia. Luego desnuda, muy cómoda va en busca de agua para lavarse la boca. Y volver a escupir. Hinchada de poder roja y subliminal hace crujir su cuello y se relame. Piensa en matar al resto de imbéciles, quedan tres, pero le da mucha pereza tener que hacer todo eso de nuevo así que decide esperar. Se viste y con la navaja de ese tipo le corta un pezón de recuerdo. Para que se seque al sol y tenerlo guardado en una cajita como si fuera un botón de oro cárnico. Muy feliz y tranquila regresa a dónde sus amigos y les sonríe feliz. Ellos le preguntan si tiene porros y ella dice que sí. Antes de salir de ese lugar se llevó una ficha de polen. Los muchachos fuman alegres en el parque mientras ella tontea con uno de ellos que le mira con mucho deseo y enamoramiento. Los ojos completamente embriagados por su mirada. No puede dejar de pensar en ella y para demostrarle su amor va a la tienda de la esquina y le compra un caramelo de fresa. Ella se pone muy feliz y lo recibe con agradecimiento y dulzura. Los niños fuman sus petas tranquilitos hasta que un guardia civil empieza a reventar la ciudad a toda hostia con su alarma. Al parecer ha habido una sobredosis cerca de un criadero criollo. Y que para colmo, encima, ha habido mutilación. La niña al escuchar eso mezcla el resto de droga con el pezón y ambos se funden como una escultura entre Dios y el hombre.



1 comentario:

Valcour dijo...

Jajaja qué tremendo! El final es muy certero. Y lo del pezón de oro cárnico es cojonudo.