No sé si han pasado diez años o cinco. Y aunque me gustaría sentirme de nuevo acompañado y por siempre respaldado en este mundo sucio infame y cruel, no encuentro valor para mirarme a la cara y aceptar que fui completamente un desgraciado con mi mejor amigo. Sumido en pensamientos crueles malévolos y distorsionados por mi condición. Pero la verdad es que, mientras me hago mayor, todavía recuerdo quién fue el que me dio valor cuándo sólo era un niñato con pretensiones un poco mariconas sobre ser escritor. Yo no tenía nada. Yo no tenía a nadie. Y él me adoptó. No es que no pueda con la culpa o el rencor. Es que no puedo con la bajeza que cometí. Y sí, en su carta me lo explicaba bien. Aunque en ese tiempo no supe cómo encajarlo, ahora mirándolo con perspectiva sólo sé que estaba intoxicado y enfermando. Es que siempre caigo en los mismos errores. No puedo prometerme nada a mí mismo que no sea que mi mejor amigo era, y digo era, porque desapareció de mi vida. Y aunque si lo mío fue tan monstruoso... sólo necesito saber una cosa para poder tener fuerzas. Mientras que algo sí que me lo han enseñado los años. Necesito saber, querido Larva, si a pesar de todo, de las maldades y crueldades, aún, dentro de todo lo que soy, fui, y nunca seré: no lo sé...
1 comentario:
Me gusta, es tierno y alentador.
Publicar un comentario