Yo pensaba que
Angélica tenía pene y me la imaginaba en la bañera sumergida en agua negra como
el pelo púbico que se enredaba en sus ingles entre las cuales asomaba su pene
imaginaba que era un hueso por su voluntad tiesa Angélica juntaba la punta de
los dedos de sus pies y contemplaba anonadada su polla emerger del agua como la
mira de un submarino rodeado de extraños e infantiles patitos de goma yo me
encontraba apoyado en el marco de la puerta del baño observándola con
curiosidad ella me tenía inquina y pensaba que era un niño con notables y
serios problemas de retraso mental o quizás simplemente me comparaba con su
hijo absolutamente dependiente debido a una falta de oxígeno durante el parto y
yo no era sino un pretexto de venganza un objetivo a abatir en este mundo
injusto que de tantas desgracias nos
hace protagonistas o espectadores además siempre me colgaban unos mocos verdes
de la nariz que no hacían sino reforzar este complejo del cual era acusado
hipotéticamente por las razones expuestas pero lo cierto es que yo simplemente
era un niño como otro cualquiera aunque particularmente ensimismado y con mucha
imaginación que creía firmemente que su profesora de segundo de infantil era
andrógina imaginaba que un buen día en primero o segundo de primaria nos
reencontraríamos en el patio de recreo del “Campo Arañuelo” contemplando al
resto de niños arañando la tierra y levantando nubes de polvo o jugando al
escondite entre los árboles siendo por entonces yo un palmo y medio más alto
que Angélica y Angélica una arruga y media más vieja con el pelo corto como lo
solía llevar cuando era mi tutora sólo que en esta ocasión ya se podían
entrever las canas de la vejez que nos recuerdan que al fin y al cabo somos
todos mortales y que es la muerte y no la miseria la que nos iguala a lo largo
de nuestra vida e iniciaríamos entonces una conversación desde hacía mucho tiempo pendiente y que a mí
personalmente me devoraba las entrañas y entonces yo le preguntaría por qué
tenía pene o por qué había nacido con pene y de cómo se sentía ella de por qué
el estar en posesión de semejante malformación le había arrastrado con los años
a odiar a un niño por el simple hecho de parecerse a su propio hijo aunque esto
último no fuera más que una conjetura de por qué en aquellos tiempos en los que
era mi tutora y estaba a cargo de elaborar informes despreciables contra mi
integridad moral ella me decía que siempre estaba en babia o pensando en la
luna de Valencia y yo quería saber el significado de esas expresiones porque
ciertamente no me dejaban dormir entonces Angélica me cogería de la mano que
supongo sería más grande que la suya y la guiaría hasta su entrepierna dónde yo
podría notar perfectamente como su pene se iba tornando más y más duro y más y
más grande hasta convertirse en un bulto por dentro de su delantal que parecía
tener vida propia como un corazón recién extraído latiendo con fuerza sobre la
mano que lo sostiene y entonces Angélica me diría por fin has madurado hijo
comprendiendo yo en ese instante lo real que era aquello mientras los niños
ajenos a nuestra presencia desentendidos como es natural de mi descubrimiento
proseguían con sus juegos infantiles alborotando el patio de recreo en tanto
que Angélica me suplicaba que apretase con fuerza y yo la miraba incrédulo
porque es de incrédulos pensar que una suposición se convierte de repente en
algo cierto y aunque lo deseara con todas mis fuerzas es decir aunque no
esperaba otra cosa no podía creer que aquello que estaba palpando era realmente
el pene inhiesto de mi antigua profesora desenrollándose por dentro del
delantal como una rareza extraordinaria de la evolución o como una impureza del
ser creado o como una maldición de la cual tenía que vengarse concentrando todo
ese odio en un niño que por una similitud más que justificada podría
comparársele a su propio hijo a su descendiente igualmente maldito y entonces
Angélica me dijo que siempre había sido un niño con mucha imaginación.
1 comentario:
DELICIOSO, AMBIGUO Y POTENTE. Me gustó mucho cuándo lo leí hace ya unos meses, que el camarade Siiderius compartió el text en sí. Enhorabuena, un estilo interesantísimo y brillante. Me gustó mucho, amigo.
Ahora me pregunto, ¿y si yo no tengo pene?
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