Llego al trabajo y el nuevo jefe de turno me dice que tiene que hablar seriamente conmigo. Le miro a los ojos y le digo que sí por supuesto, pero que primero tenía que arreglarme la camisa del trabajo y peinarme con esmero. A fin de cuentas es importante la imagen personal cara al público consumidor de alcohol. Dice que tengo 5 minutos contados. Asiento con la cabeza y voy a los aseos. Me estiro el cuello de la camisa y me peino con esmero; dejándome un tupé algo maricón y sonriendo con fuerza, preparando la boca para las respuestas, para escupir, fumar y trabajar. Para ser un buen camarero respetuoso y fiel a la empresa. Al fin y al cabo todavía tengo una de esas camisas negras que te dan al empezar el curro. Y sinceramente amo este trabajo tan humilde sacrificado y frenético que tengo. Un lugar en el que el niño se hace hombre y el hombre se hace viejo.
Salgo del baño y me encuentro al jefe observándome. Me acerco a él. ¿De qué quería hablar señor? Enciende un cigarrillo con tono chulesco y me dice que la próxima vez que alguien hablara mal de él, o que dijeran que su madre era una puta iba a haber gente en la calle. Quedo sorprendido, absorto, roto y bastante incrédulo... ¡que su madre es una puta!: primera noticia que tengo al respecto caballero, pero que si su madre era una puta me daba igual, que si una puta... Respiro hondo; una puta, tío. Le mantengo la mirada. Lo único que he dicho, le digo con seriedad, es que eres un cabrón, pero a tu madre ni la he tocado ni la he mencionado. Pero supongo que si lo dices será por algo. Y la verdad creo que yo no tengo la culpa de las decisiones que pueda tomar una mujer triste solitaria y algo guarra con tal de mantener a su hermoso hijo varón de 27 años saludable y bien alimentado. Ya sabes, las mujeres de hoy en día son capaces de hacer cualquier cosa por la gente que aman de verdad, y tampoco es deshonroso ser puta en esta sociedad, al contrario, deberías sentirte honrado de tener contacto con un gremio tan interesante como lo es el de las trabajadoras sexuales de las Islas Canarias. Es decir, si tu madre es algo puta y tú camarero lo mejor que te podría pasar, pienso, sería hacerte taxista. Así podríais hacer la broma familiar en todas las fiestas y cumpleaños de la familia. Una madre puta y un hijo taxista, no sé qué coño haces perdiendo el tiempo trabajando de Gobernanta. Piénsatelo bien tío, porque estás perdiendo dinero, además, dime una cosa, ¿no te gustaría acompañar a tu madre en ese viaje? Humildemente pienso que lo mejor que podrías hacer sería chupar algunas pollas y dar el culo para que tu madre no esté tan sola ni tan triste, así al menos os podríais reír juntos de los clientes, de los viejos verdes, de los empresarios gordos y en fin, de todos esos fracasados que necesitan una puta para poder echar un polvo. Pero en tu caso, querido Jefe, lo mejor que te podría pasar sería enamorarte de esa profesión antiquísima y sagrada como lo es la prostitución. Además, dado tu aspecto hermoso y delgado, no te faltarían nunca clientes para ganar mucho dinero con un simple gesto. Abrir la boca y dejar que mi pequeña sudada marrón y caliente polla entre por tu boca. Es más, podría pagarte mi sueldo entero a cambio de una mamada. ¿Por qué no te lo piensas? Quiero decir, ¿cuánto vale tu boca? No me vayas a decir que por 500 euros no me la chuparías, eh pillín, que el dinero es dinero. Y te trataría con respeto. No te eyacularía en la boca, claramente, sino en la cara, para que te hagas una máscara facial y mientras guardas los billetes en el bolsillo y te restriegas toda mi lefa en la cara yo me sacudo la polla... podemos hacernos hasta amigos, quién sabe. Una nueva relación laboral, nacida del respeto mutuo y el respeto, además, a ti te podría permitir llamarme hijo de puta.
Luego lo veo muy afectado, bastante jodido y triste, y siento algo parecido a la lástima. Y me doy cuenta que algo que he dicho le ha hecho daño, y lo menos que quiero es hacerle daño a un patético ser humano frágil y atormentado. Le digo firmemente que lo menos que quisiera sería faltarle el respeto, que si fue así, me disculpaba categóricamente. Me responde que no pasa nada Sergio, pero que al próximo que hable de su madre estaba fuera del trabajo. Asiento con la cabeza, bajo la cabeza, le digo que sí jefe, y regreso al office a lavar algunos platos mientras pienso para mis adentros que su madre, sea quién sea, probablemente fuera una puta. Me intriga saber de qué categoría de puta estamos hablando. Tampoco me ofendía pensar que su madre fuera puta o lo que Dios sabe que fuera, pero me dolía ligeramente pensar que ese pobre hombrecillo delgado y estirado sufriera porque alguien en el trabajo dijo que su madre era, por desgracia... una puta.
Salgo a limpiar algunas mesas y a catar el ambiente, ya sabéis, despejarme un poco... bromeo con los clientes, que si la comida está muy caliente: presenten una hoja de reclamaciones, que me encantaría ver a mi jefe con la cabeza hinchada gritando que yo era un hijo de puta. Se ríen, me río con ellos: le molesto, caballero le puedo limpiar la mesa por favor. Sí, joven, muchas gracias. Caramba el paño huele bien, huele a limpio. Claro claro, soy un profesional, nunca apestan mis manos, fumo un cigarro y sonrío mientras me cago en los muertos de ese fulano.
Después de un rato empiezo a cabrearme de verdad, ya no porque me amenazara un miserable retrasado mental con echarme a la calle por llamarle hijo de puta, algo que me hubiera gustado hacer en persona, sino porque su tono era soberbio y engreído. Algo que no tolero de la gente. Le digo que tenemos que hablar. Me dice que cuando se desocupe la caja hablaremos. Voy fuera, me lío un cigarrillo y le digo que quiero la baja por renuncia, me pregunta que por qué, le digo que me dan asco los hijos de puta. Se pone rojo de rabia, fumo con fuerza y me dice que allí mismo tengo un puto folio en blanco, que escriba mi carta de renuncia. Sé que me la van a jugar, sé que quieren hacerse los listos, el contrato era basura desde el principio, papel mojado, una trampa para bobos que tuve que aceptar sólo porque sino a mi madre le hubiera dado cáncer por segunda vez. Y creo, no lo sé la verdad, que está feo eso que a una madre le de cáncer por segunda vez.
Me siento ya en la mesa, y ya con autoridad, saboreándolo, escribo:
Yo, Sergei, con dni cincuenta y tres x x x presento mi baja voluntaria porque el clima de trabajo es insoportable y aunque hago una labor impecable, tengo un trato excelente con los clientes y mi elegancia es notable no estoy dispuesto a soportar que el nuevo jefe se haya enamorado de mí, y con formas extrañas y comentarios de dudosa categoría insinúe que quiere que trabaje más que el resto. No me parece mal que engañéis a los jóvenes con horas extras y horarios que no pagáis a tiempo, pero sí es cierto que como lo hago todo bien, me parece absurdo seguir perdiendo el tiempo aquí. Espero que encontréis gente hambrienta de unos pocos euros que podáis engañar con total libertad,
Un saludo,
Sergei
Después firmo la carta de renuncia, me amenaza con los quince días restantes, y salgo a fumar un puto cigarrillo más, mientras escupo en la puerta del local y pienso en qué hacer. Llego a casa, me hago un café y me pongo a ver las noticias mientras pienso en que lo ideal sería fumarme un porro y cagarme en la puta de su madre. Aunque sinceramente me hacía más gracia lo que le había escrito en el papel de renuncia que su cara cuando le llamé hijo de puta. Así que estaba satisfecho.
Aguanté durante varias semanas el impulso de ir al local a estallarle las jarras de cristal contra el suelo, quemarle las sillas y reventarle la nariz a cada uno de todos los camareros de los 100 Montaditos: vamos, hablando en plata, el impulso de volverme loco. Aguanté con mucho tacto... casi psicótico... hasta que después de un mes y medio me llamó el flacucho este hijo de la grandísima puta y me dio unos cuántos euros más. Cogí la pasta y me fui a la máquina de tabaco a comprarme un paquete de Camel y me fumé cinco cigarros seguidos hasta que cogí el barco para ir a ver a mi madre. Por desgracia, otra puta más.
Allí me esperaba ella, que si era su hijo querido, que si me amaba, que si la había echado de menos, que si mil hostias seguidas, asentía y sonreía, y lloraba por dentro. La llevé a beber vino a un pub que le gustaba mucho al que solía ir con su novia, y luego a escuchar música en vivo; bailé con ella, le hice bromas y luego al llegar a su casa de madrugada me puse a conversar con Z por videollamada. Después de cumplir como todo un buen hijo decidí que me merecía el gusto de hablar con una mujer de verdad como Z, alguien increíble y llena de vida, quizá la mujer más hermosa del mundo entero. Y no sólo hermosa sino que también inteligente, sublime y humana. No como yo, que, en el fondo, carezco de empatía real porque para mí todo es carne matemáticas odio y poder.
Mi madre me jodió la noche diciéndome que tenía que irme a dormir y que me tomara las pastillas que me recetó el doctor, la mandé al infierno y a freír espárragos a la vez, le dije que se metiera en sus putos asuntos y que dejara de tocarme la polla. Se enfureció mucho y me dijo que me ordenaba que le obedeciera, pasé de ella y seguí charlando con Z hasta que empezamos a hacer brujería juntos. Yo le indicaba los pasos de sangre y de saliva y ella los seguía. Nos calentamos un poco y terminamos teniendo algo de sexo virtual. Se calmó el asunto y después seguí guiándole hacia el viaje del sueño. Estuvimos en total dos días sin dormir, y sin consumir drogas.
Me aburrió tanto que mi madre quisiera tenerme de nuevo atado a sus pies que cogí un barco de vuelta para el día siguiente. Estropeando, por desgracia, la semana de vacaciones que quería obsequiarme. Sólo para molestarla le dije que podría ser una buena idea vivir juntos. Pero su cara de terror fue tan grande que me hizo llorar de la risa. Luego lo entendí, mi madre me tenía miedo, asco y amor a la vez. Todo un cóctel increíblemente delicioso y triste. Aunque mis deseos eran sinceros, vivir juntos, mientras trabajaba en alguna mierda cerca de su casa, la recogía del instituto al acabar sus clases de Bachillerato, y luego a cocinar juntos... Ella se pensaba que todo se podía solucionar con dinero, pero la verdad era que lo único que se puede solucionar con dinero es la reserva en un funeral.
Más tarde llegué a casa y hablé con el viejo, le conté lo que me ocurrió con mamá. Claramente le mentí en todo lo que pude para que no me dijera luego que mi madre era una guarra. Estaba cansado de esa partida de tenis perpetua entre él y mi madre, los descréditos y toda esa basura tóxica de las parejas que se rompen después de 30 putos años de aguante y farsas, torturas mentales, vejaciones y humillaciones psíquicas. Lloré un poco también, (sólo para disimular) le di un apretón de manos a mi padre y cumplí todo ese ritual bobo compasivo de amor, lealtad y confianza familiar. Osea, que en realidad, nada de lo que le conté le importó un carajo. Porque estaba muy ocupado con su vida personal, con su nueva novia, con sus mierdas de siempre. Que si la música, que si la televisión, que si el trabajo. Papá, dame dinero y déjame en paz. Mientras el hombre escuchaba y se mantenía firme, inexpresivo y seco... yo no podía dejar de pensar en Daphne. Quizá, una de las pocas mujeres a las que definitivamente amé abiertamente.
Que cuánto la quería, que era lo más importante de mi día a día, que era la mujer perfecta en cualquier situación y para cualquier hombre, que admiraba su valentía y su coraje para defenderse de su familia demoledora... no sé, que la amaba con toda mi puta alma púrpura, que me quitaría la vida por ella, no era broma. Se lo dije varias veces, "cariño, cuándo te aburras de la vida y te quieras matar avísame y nos vamos los dos", "mi vida, si alguna vez te quieres matar, vayámonos juntos, así no estás sola en ese tramo final", "cariñito... no pienses en la muerte, sino más bien en la vida que es muy hermosa, tanto como tú lo eres", y todas esas cosas que se suelen pensar cuándo uno realmente ama a una persona sin importar lo muy sucio que juegue sus cartas. ¡Demonios!, qué asco y además mucho de etcétera ad nauseam también.
Meses después Daphne me mandó un mensaje por Ig diciéndome que el vaper me lo iba a dar su amigo M. Porque, tal como parece el único de los dos que tenía ovarios de hablar las cosas cara a cara como adultos era yo..., te creía más adulta la verdad. Mientras que ella era sólo una niña que se escondía de mí, y que, en resumidas cuentas, no quería tener ningún contacto conmigo... en fin, qué se le va a hacer; al menos, dile a tu hermana que tengo Rivotrils, Porros, Marihuana y mucho Speed: de alta y suprema calidad y obviamente, gratis para mis amigos... sólo para mis amigos por supuesto, porque tal cómo parece ni tú ni yo vamos a volver a ser amigos nunca más. Te quiero mucho Daph, pero por favor, al menos, ten la decencia de quemar todos mis dibujos, cartas y obsequios porque, te juro por Dios, que en tus manos, para mí, son la más brillante patética y lamentable mierda que puede haber en tu casa. Y si no lo quemas, al menos recicla y tíralo al contenedor azul. Cosas e intimidades que nunca debí haberte contado. Hasta nunca y que tengas un gran día de playa en la piscina natural frente a tu casa. Nunca te olvidaré porque sé que cuándo pasen los meses y yo vuelva a tener todo el poder infernal que siempre he tenido vendrás hacia mí para decirme que te sientes afortunada por comer un puto crossiant en una puta cafetería de mierda. Porque, desde que tienes billetes en tu bolsillo para ti todo es cuestión de dinero, mi niña. Y la vida no es dinero, sino lealtad.
Y yo que te lo di todo; desde mi puta alma frágil y moribunda, hasta el más delicado y sincero de los llantos y abrazos que jamás vas a volver a recibir en tu maldita y cínica puta vida... jamás correspondiste ninguna de las intimidades y miradas a los ojos que siempre te otorgue, ¿y sabes por qué? Porque simplemente estaba gorda, por las pastillas y la depresión que me dejó hecho polvo. Pero no te preocupes nena, ahora mismo estoy volviéndome cada vez más y más hermoso... y cuándo me veas por la calle, de la mano de la chica que te gusta, o cogido del hombro de los amigos que tanta lealtad juraste proteger y que amas, allí sí que me voy a reír yo; y no de ti, por supuesto (porque a ti te amo), sino de la situación que tú misma has creado... cómo cuándo nos vimos las caras en el parque de los frikis y tuviste la grandeza humana de mandarme a tomar por culo. No te confundas, no eres leal a los amigos de verdad como yo, porque dices que te agobio, que te cansas de mí, y mil tonterías que te has inventado... eres una persona algo retorcida y cruel, y eso, por desgracia, no me disgusta, al contrario me encanta, porque tú me encantas, me eclipsas, me llenas de la más arrogante necesidad de contemplarte y amarte y odiarte y maldecirte y desear oler el aroma de tu cabello, mirar tus ojos, absorber tu alma, besar tus labios, odiarte más y más y más, escupir al cielo y mandarte rosas cuándo te rompan el corazón por quinta o novena vez... así que, te espero aquí, con los brazos abiertos, querida mía, para cuándo quieras contarme tu vida, beber una cerveza, o lo que te de la puta gana. Tú misma has querido que esta relación se rompiera, eso sí, no vengas después a pedirme explicaciones por lo que cuento o no en mi Catedral. No me debes lealtad, ni yo a ti, y los meses que salimos juntos de Raves, de paseos, de madrugadas, de noches, de frío y de amor sólo son un espejismo de todo lo que nunca vas a poder tener en la vida con nadie. Porque seguramente nadie te vea como te veo yo. Porque no creo que nadie te valore como te valoro yo. Porque, ¿sabes una cosa Daphne? La gente miente mucho sólo para que las chicas hermosas como tú abran las piernas, y el latino de turno mierdecilla seca engreído bisexual flacucho hijo de puta mal nacido y arrogante te sobe la pierna delante de todos, como si tú fueras una vulgar perra más del montón. Y yo, pese a toda esta mierda que me dejas de herencia te digo una cosa:
Te amo, cariño.
Nota:
A, por favor, deja de hacer el imbécil y vuelve a hablarme de una vez, no seas marica que sé dónde vives. Y estoy a un vuelo de Madrid, así que cuidado, porque cuándo menos te lo esperes estaré allí en tu lugar de trabajo con una navaja, un mechero, speed y un revólver cargado. Te quiero A, pero vuelve a mi puta vida ya, no han pasado ni 10 años y parece que llevamos un siglo siendo enemigos...
1 comentario:
Jodidamente impecable, me quito el sombrero.
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