06/10/25

Boca sucia

 Cuánta mierda debo tragar para admitir que todo va fatal. Los días suceden uno tras otro y nada me alivia. Lleno de miseria, ausencia y decepción. Si hago un ejercicio de reflexión estoy lejos de cualquier virtud o de cualquier victoria personal. Todo se ha vuelto un barro ponzoñoso y asfixiante. Tengo un hongo en la piel, en el rostro, que me hace parecer abominable, lleno de esta costra blanca que parece lepra. Estoy obeso, diabético y cada vez más maricón. Quiero pensar que mis desvíos homosexuales son más una respuesta a mi estado físico y mi falta de pulcritud espiritual. Mi madre no quiere saber nada de mí. Mi padre me aborrece. Y tengo la sospecha de que mi hermana ha fallecido. Me siento en un vaivén de mierda, una cadera follándome mientras agonizo hasta la médula muerte púrpura. Mis días son un asco, mis noches son eternas. Dormir y dormir. Me voy a ingresar en el manicomio. Pasaré allí varios meses, con suerte dos años. ¿Saldré de allí renovado o perturbado? Odio tanto mi vida que me parece hasta gracioso que todo esto me esté pasando a mí. Estoy tan arrepentido. Nunca debí conocer a nadie. Nunca debí dejarme conocer. Quiero morir ya, estoy harto. Dejaré para el olvido todo lo que nunca pude ser, y todo lo que siempre fui: un farsante arrogante. Tengo los ojos inundados en odio rancio y agrio. La boca completamente destrozada. Los rastros de una juventud hermosa completamente derretidas a base de inhalar pérdidas, abandonos y decepciones. No podría ser más patético. No podría estar más equivocado. La aparente normalidad me tiene podrido. Imaginar una limpieza espiritual. Estoy tan aburrido de todo esto. Necesito huir de mi refugio nauseabundo. Una muerte hermosa, ya no sé qué hacer. Probablemente deba olvidar todo lo que sé. Estoy cansando de esta mugre humana. Me pesa la piel, me pesan los huesos: ¿Cuándo podré ser un cadáver? Se me podrá permitir la vieja gloria de la deshonra. La libre salvación de la vida humana... Estoy tan harto que pienso que me voy a volver loco. No quiero pensar en nada. No quiero estar despierto. Ellos han ganado, y no yo. Provocarme un brote psicótico. Fingir depresión o un insomnio persistente.  Me despido de todo lo que conocí. ¿Por qué me siento tan mal?